El pasado domingo, el emblemático recinto del Poble Espanyol se convirtió en el escenario de un viaje musical cargado de nostalgia, emoción y vitalidad. En el marco del Festival Alma, el legendario grupo irlandés The Corrs demostró que, tras más de tres décadas de trayectoria, su magnetismo sigue intacto y su energía en el escenario continúa siendo arrolladora. Fue más que un concierto: fue una celebración colectiva, un reencuentro emotivo con un público que no dejó de cantar, bailar y dejarse llevar por el embrujo celta de la banda.
Antes del plato fuerte de la noche, los asistentes tuvieron la oportunidad de descubrir a Gara Durán, una de las voces emergentes más prometedoras del pop nacional. Su actuación en el escenario village fue una grata sorpresa para muchos. Con una propuesta fresca, letras sinceras y una presencia escénica arrolladora, Durán logró conectar con el público desde el primer tema. Su talento es evidente, y con su primer EP en camino, dejó claro que será un nombre recurrente en los festivales venideros.
Ya con la caída del sol, y en medio de una atmósfera cálida y expectante, The Corrs aparecieron en el escenario principal. Desde los primeros acordes de "Only When I Sleep", quedó claro que la noche sería inolvidable. El público, compuesto por distintas generaciones que crecieron con sus canciones, respondió con una ovación que puso la piel de gallina. A partir de ese momento, el recinto se convirtió en un coro masivo que acompañó cada palabra y cada nota.
Temas emblemáticos como "What Can I Do", "Runaway", "So Young" y "I Love You" sonaron con una fuerza renovada, sin perder la sensibilidad y la calidez que los caracteriza. La voz de Andrea Corr, impecable y luminosa, se impuso con una naturalidad conmovedora. Sus hermanos —Sharon, Caroline y Jim— mostraron una compenetración musical que sólo puede forjar el tiempo, el talento y el lazo familiar.
Uno de los momentos más celebrados fue cuando Andrea se dirigió al público en catalán, dedicando unas emotivas palabras que fueron acogidas con una ovación cerrada. Fue un gesto sencillo, pero profundamente significativo, que selló aún más la conexión con una audiencia entregada.
La mezcla de pop sofisticado y raíces irlandesas sigue siendo la firma inconfundible de The Corrs. Los interludios instrumentales —con solos de batería vibrantes, violines frenéticos y flautas que evocaban verdes paisajes del norte— ofrecieron algunos de los momentos más intensos del espectáculo. La energía que desprenden en directo no ha mermado con los años; al contrario, parece haberse intensificado, cargada ahora de madurez, oficio y un amor genuino por la música.
El broche de oro lo puso "Breathless", quizás su tema más universal, que fue cantado a pleno pulmón por un público visiblemente emocionado. Una canción que sigue siendo himno, puente entre generaciones, y que puso fin a una noche mágica, cálida y profundamente humana.
The Corrs no sólo ofrecieron un concierto, ofrecieron una experiencia: la de reencontrarse con los recuerdos, pero también con el presente. Demostraron que su música sigue viva, y que el paso del tiempo no ha hecho más que reafirmar su lugar como una de las bandas más queridas del pop contemporáneo.
Artículo de Eva Ladevesa (twitter.com/miviajemusical) para ElFiesta.es