Alba LaMerced afronta su salto internacional con Interautor Música 2025 y una mirada creativa en plena expansión

Alba LaMerced representa a una nueva generación de cantautoras que combinan folk, pop y canción de autor con una sensibilidad poética y social. Seleccionada entre 61 proyectos para protagonizar Interautor Música 2025, la artista cruzará por primera vez el Atlántico para presentarse en Uruguay, donde actuará en la gala de los Premios Graffiti y ofrecerá varios conciertos. Con un proyecto que reivindica la identidad, la emoción y la palabra, Alba vive este viaje como un impulso vital y artístico.
¿Qué fue lo primero que sentiste cuando te confirmaron que habías sido seleccionada para Interautor Música 2025? Cuéntanos cómo viviste ese instante a nivel emocional.
Fue una gran noticia tanto a nivel personal como profesional, ya que el hecho de cruzar el charco con tu música y de la mano de una entidad como SGAE hace que te sientas una privilegiada. Me dio mucha alegría y satisfacción ver que se estaba valorando lo que estoy creando como artista.
Dijiste que llamaste a tus padres en cuanto recibiste la noticia. ¿Qué significa para ti compartir este logro con tu familia?
Sí, para mí su apoyo es fundamental y lo primero que hago cada vez que logro algo del estilo es comunicárselo a ellos. Son una parte muy importante en mi proyecto y trabajamos mano a mano para construir todo este universo que me rodea como artista.
Ser elegida entre 61 proyectos no es poca cosa. ¿Sientes que esta selección reafirma tu identidad artística y la dirección que estás tomando?
Sí, creo que es un privilegio, como decía antes, hay mucho arte en mi país y haber sido seleccionada es algo de lo que aún no soy consciente. Creo que siempre nos estamos transformando como artistas, por lo menos en mi caso, y esta oportunidad me hace darme cuenta del valor que tiene el universo artístico en el que estoy trabajando.
Viajas por primera vez a Uruguay. ¿Qué expectativas tienes respecto al país y a su escena musical?
Es un país muy rico culturalmente, creo que me ha aportado muchas cosas bonitas. Me hubiera gustado disfrutarlo más, pero el tiempo que estuve lo aproveché bien y pude empaparme de las raíces culturales y la emoción de los uruguayos.

Actuarás en una gala tan simbólica como los Premios Graffiti. ¿Cómo te preparas mentalmente para un escenario tan significativo?
Ha sido una gala preciosa llena de compañeros maravillosos con los que tuve la suerte de compartir escenario. La sala Zitarrosa es un lugar emblemático en Montevideo y para mí fue una suerte compartir mi música allí. Pude interpretar dos canciones, Nana del caballo grande y El café (que aún no ha salido). Fue todo un regalo.
¿Qué te gustaría que el público uruguayo descubriera de ti en estos conciertos?
El público uruguayo fue realmente maravilloso. La acogida fue muy bonita e incluso algunas de las personas que vinieron a los conciertos se sabía mis canciones. Creo que esto es algo a destacar sobre todo para una artista emergente como yo que aún no contempla tales escenarios.
En tus canciones confluyen lo íntimo y lo social. ¿Cómo equilibras esas dos dimensiones cuando compones?
Equilibrar lo íntimo y lo social es algo muy natural en mi proceso creativo. Para mí, lo personal siempre acaba siendo político: las historias de mi familia, mis raíces, mis emociones —esas son las que me permiten conectar con realidades más amplias. Cuando compongo, parto de una emoción muy concreta, algo vivido, algo que me duele, que me ilusiona o que me inquieta, y a partir de ahí intento proyectarlo hacia algo universal. No escribo para dramatizar, sino para que lo que me pasa resuene más allá de mí misma: que otras personas puedan reconocerse en lo que cuento. Al mismo tiempo, me importa que el mensaje social tenga elegancia, poesía y verdad, no un panfleto. Ese es el equilibrio: honestidad emocional + reflexión colectiva.
Tu tema La Ciudad aborda la pérdida de identidad cultural por el sobre turismo. ¿Crees que este tipo de mensajes conecta también con otras ciudades del mundo?
Totalmente. Aunque la canción nazca de mi experiencia en Málaga —mi ciudad, la plaza de La Merced, mi historia personal—, la problemática de la identidad urbana, la turistificación y la gentrificación no es exclusiva de aquí. Muchas ciudades del mundo están perdiendo su “alma local” bajo presiones similares: la vivienda, la cultura tradicional, los barrios de siempre… Creo que “La Ciudad” puede hablar a gente de muchas urbes porque esas transformaciones se están dando casi en todas partes. La nostalgia, la memoria del barrio, el miedo a que lo auténtico desaparezca —es algo casi universal en contextos urbanos actuales.

¿Qué aprendizajes esperas llevarte de esta estancia en Montevideo, tanto musicales como personales?
Este viaje a Montevideo a través del programa Interautor Música es para mí una oportunidad enorme de crecimiento. Musicalmente, espero empaparme de la escena uruguaya: no solo escuchar, sino también compartir, componer, ver cómo otros autores viven su día a día creativo, cómo interpretan sus raíces, su cultura y su identidad en su música. Personalmente, creo que me va a abrir la cabeza: convivir con otro país, con otra sensibilidad, con nuevas formas de entender el arte, la comunidad y la colaboración. También es una forma de reforzar mis propias raíces, de preguntarme qué parte de mi identidad quiero llevar conmigo, qué puedo aportar y qué puedo aprender.
Mencionas que te gustaría nutrirte de nuevas sonoridades. ¿Hay ritmos latinoamericanos que ya te inspiran especialmente?
Sí. En mi música ya hay guiños a ritmos latinoamericanos en parte porque mi curiosidad musical es muy amplia. Por ejemplo, en Ciudad Matriz combino folk, pop, canción de autor, e incluso tiene matices de tango, chacarera y bachata. Esos ritmos me inspiran por su historia, por cómo cuentan el dolor, la comunidad, el desarraigo y el arraigo. Me interesa mucho también trabajar con ritmos de América Latina que me sean nuevos, mezclarlos con lo que ya sé hacer, y ver qué surge de esa fusión.
¿Cómo definirías el momento artístico en el que te encuentras justo antes de dar este salto internacional?
Creo que estoy en un momento de transición y expansión. Con Ciudad Matriz se cierra un ciclo íntimo, muy de raíces, muy personal, y al mismo tiempo se abre uno nuevo: el de llevar mi música más allá de lo local, al intercambio, al diálogo con otras culturas. Es un punto de inflexión donde ya no solo pienso en mi ciudad o en mi historia, sino en cómo esa historia puede dialogar con otras, cómo mi música puede ser puente. Es un momento de valentía, de aprendizaje y de mucha ilusión.
Además de tocar junto a Gonzalo Brancciari, ¿te gustaría aprovechar el viaje para crear nuevas canciones o colaboraciones?
Sí, eso es algo que me encantaría. No solo ver a Gonzalo como un compañero de escenario, sino también como un colaborador creativo: componer juntos, intercambiar melodías, escribir a dúo, experimentar con nuestras voces y mundos. Creo que estoy aprovechando el programa para que no sea solo un intercambio de conciertos, sino un verdadero cruce artístico. Además, he podido conocer a otros músicos locales, productores, cantautores uruguayos.

¿Qué representa para ti formar parte de un proyecto que conecta culturalmente España y Uruguay?
Formar parte de Interautor Música es para mí algo muy significativo. Es, en esencia, un puente entre dos mundos con mucha tradición literaria y poética, con una cultura de canción de autor que en España y Uruguay siempre ha tenido fuerza. Representa la posibilidad de internacionalizar mi voz, sí, pero también de ser parte de un diálogo más profundo: compartir historias, sensibilidades, memoria cultural. Es también un honor participar en algo que va más allá de un concierto: es un intercambio humano, artístico, social.
¿Cómo te imaginas que esta experiencia puede influir en tu próximo trabajo discográfico?
Mi siguiente disco probablemente va a estar marcado por este cruce transatlántico. Imagino canciones que nazcan en Montevideo, o después de eso, con influencias nuevas, con ritmos latinoamericanos filtrados, con colaboraciones uruguayas o más latinoamericanas. También imagino un disco con más amplitud: hablando no solo de mis raíces malagueñas, sino de lo que supone ser una artista viajera, de cómo la ciudad cambia cuando la observas desde lejos y de cómo conecta con otras ciudades. Este intercambio puede ser la chispa para un proyecto más global, más híbrido, más diverso.
Y mirando más allá de noviembre, ¿qué metas te gustaría alcanzar después de este intercambio?
Consolidar una base en Latinoamérica: que mi música no solo suene aquí, sino que también tenga presencia, que el público uruguayo y de otros países latinoamericanos me conozca más. Crear un disco nuevo inspirado por esta experiencia, como te decía, con colaboraciones y ritmos latinos. Seguir participando en ciclos de intercambio o convocatorias similares para tejer redes artísticas internacionales. Aprovechar lo vivido para crecer personalmente y como creadora: llegar a tener mayor madurez, más confianza para tomar riesgos creativos. Seguir tocando en festivales importantes y giras, tanto en España como en Latinoamérica, para que este puente no sea un momento aislado, sino un paso hacia una carrera más internacional.












































































