
La octava edición del Festival madrileño Río Babel ha cerrado con un éxito arrollador, reuniendo a más de 50.000 asistentes durante dos jornadas que transformaron el Auditorio Miguel Ríos en el lugar perfecto de encuentro para la música, el humor y la diversidad. Un cartel que combinó la potencia de artistas consagrados con la frescura de nuevos talentos, Río Babel volvió a demostrar por qué es uno de los eventos imprescindibles del calendario cultural madrileño. Fiel a su esencia como crisol musical, el festival volvió a tender puentes entre culturas, géneros y generaciones, consolidándose como un espacio único donde la cultura actúa como idioma universal. Desde su nacimiento en 2017, Río Babel no ha dejado de evolucionar, y esta edición no solo superó expectativas, sino que reafirmó su identidad como referente cultural.
La segunda jornada del Festival Río Babel comenzó con un momento de pura conexión musical gracias a Sanguijuelas del Guadiana, la joven banda extremeña que supo transformar la apertura del día en una auténtica explosión de energía. Con su inconfundible mezcla de punk y flamenco, consiguieron que cada persona que cruzaba las puertas del recinto comenzara a saltar, moverse y dejarse llevar por un sonido tan crudo como auténtico. Las banderas de Extremadura ondeaban entre el público mientras sonaban canciones como “Cien amapolas”, cargadas de fuerza reivindicativa y emoción, marcando así un arranque vibrante y con identidad propia.
La energía no decayó con la llegada de No Te Va Gustar, referentes del rock alternativo latinoamericano, que tomaron el escenario con la solidez que solo otorgan casi tres décadas de trayectoria. Desde Uruguay, la banda desplegó un show cargado de fuerza, emoción y ritmos que transitaron con naturalidad entre el reggae, el ska y el rock más crudo. Su conexión con el público fue inmediata, y momentos como la aparición de Nicki Nicole en los visuales durante “Venganza”, o el poderoso “Prendido fuego” quedaron marcados como algunos de los grandes instantes de la tarde.
Mientras tanto, en el espacio de Babel Comedy, la jornada comenzaba con el live show del podcast “No hay negros en el Tíbet”, una propuesta que combinó humor, crítica social y reflexión, abordando con agudeza temas de actualidad y cuestiones vinculadas a la experiencia de la comunidad afro. Una muestra más del carácter multidisciplinar y comprometido del festival.
Tras las risas y la reflexión, el escenario recibió a una de las propuestas más refrescantes del indie-pop actual: GRISO. Con una mezcla de sonidos íntimos, luminosos y llenos de vitalidad, logró conectar con el público desde los primeros acordes. Temas como “1001 noches” desataron una oleada de entusiasmo gracias a su estribillo contagioso, mientras que los guiños a la etapa anterior de Arnau Griso hicieron vibrar a los seguidores más fieles, creando un momento de complicidad colectiva que preparó el ambiente para lo que vendría después.
El testigo lo tomó Yerai Cortés, que subió al escenario con su guitarra como única aliada para ofrecer una actuación profundamente emotiva y llena de matices. El cantaor y guitarrista español se convirtió en puente entre la tradición flamenca y una sensibilidad contemporánea, combinando técnica, sentimiento y una puesta en escena de gran belleza. Con una banda de voces y palmeras excepcionales y un dominio instrumental que parecía fundir cuerpo y guitarra en una sola entidad, su concierto fue una experiencia íntima y poderosa, en perfecta sintonía con la esencia artística del festival.
Con la llegada del atardecer, Bebe tomó el escenario y llenó el recinto de una intensidad emocional inconfundible. Su inconfundible voz rasgada, combinada con una propuesta sonora que fusiona flamenco-pop con toques electrónicos contemporáneos, emocionó a un público entregado que coreaba sin titubear cada uno de sus himnos. Envuelta en un esmoquin rosa y acompañada por su guitarra acústica, ofreció una actuación potente, cargada de feminidad, empoderamiento y autenticidad, que reflejó la evolución artística de una de las voces más personales de la escena nacional.
Paralelamente, la programación de Babel Comedy continuaba con una segunda entrega de gran nivel. Sobre el escenario, Isabel Rey, Ignatius Farray y Raúl Massana desplegaron su talento cómico con actuaciones que arrancaron carcajadas y ofrecieron un respiro de humor irreverente, consolidando este espacio como uno de los sellos distintivos del festival.
La sensibilidad de Bebe dio paso a uno de los momentos más esperados de la jornada. Con una energía arrolladora, Madness, los gigantes británicos del ska, transformaron Río Babel en una fiesta colectiva. Clásicos como “Our House”, “Baggy Trousers” y “One Step Beyond” desataron la euforia de un público intergeneracional, entre la nostalgia y la celebración. Su carisma, el humor británico tan característico y unos arreglos orquestales perfectamente ejecutados sellaron una actuación que reivindicó, una vez más, el legado de una banda con más de 40 años sobre los escenarios.
El ambiente festivo continuó con la llegada de La Ganga Calé, que convirtió el escenario en una celebración colectiva. Con una mezcla contagiosa de rumba, salsa, ska y funk, el grupo madrileño desplegó letras optimistas, ritmos imparables y una actitud cercana que mantuvo al público en constante movimiento. Su energía arrolladora fue el preludio perfecto para el momento más esperado de la noche.
Ese clímax llegó con Estopa, auténticos iconos de la rumba urbana, que se adueñaron del escenario entre ovaciones. El dúo catalán encendió el Auditorio Miguel Ríos con una sucesión de himnos que forman parte del imaginario colectivo, desde “Fuente de energía” hasta “Partiendo la pana” y “Patillas de freno”. Con la complicidad y carisma que los caracteriza, demostraron por qué llevan 25 años en lo más alto del panorama musical español. Más de 25.000 personas coreando al unísono cada canción convirtieron su actuación en un espectáculo de masas, tan emocionante como inolvidable, sellando una jornada histórica en Río Babel.

La recta final del festival mantuvo su pulso vibrante con la fuerza escénica de Queralt Lahoz, que conquistó el escenario con una propuesta sobria en forma pero arrolladora en fondo. Con una voz que se mueve entre la dulzura melódica y el desgarro emocional, la artista catalana desplegó una fusión única de flamenco, hip hop y soul, construyendo un espacio sonoro de catarsis, memoria y reivindicación. Coreografías envolventes y guiños a canciones icónicas de distintos géneros convirtieron su actuación en una experiencia tan intensa como imprescindible.
Antes del cierre, el protagonismo fue para Alamedadosoulna, nombre clave del ska, el reggae y el funk en España, que transformó el recinto en una auténtica fiesta. Con sus característicos atuendos rosas, una sección de vientos imparable y una energía contagiosa, la banda madrileña desplegó un directo festivo y lleno de vitalidad que mantuvo el ritmo en lo más alto.
Como broche final, Swing Original Monks despidió la octava edición de Río Babel con una actuación que fue puro desenfreno y celebración. Fusionando merengue, cumbia, rock, dembow y conciencia social, el grupo ofreció una puesta en escena colorida, teatral y festiva, repleta de máscaras, ritmos explosivos y mensajes con raíz local. Un cierre brillante que dejó en el aire la sensación de haber vivido algo único.
Con más de 50.000 asistentes reunidos a lo largo de dos intensas jornadas, Río Babel 2025 reafirma su posición como uno de los festivales más diversos y emocionantes del panorama nacional. Un encuentro que solo es posible gracias a la entrega del público, el compromiso de los artistas y el impecable trabajo de producción, seguridad, técnicos y todo el equipo que hace realidad este espacio donde la música sigue siendo el idioma común que lo une todo. Sin duda, Río Babel 2025 una edición histórica que reafirma su éxito y esencia cultural.